Olor: a setas, leve vestigio de acidez por el tipo de coagulación de que se trata, se asemeja al yogur. Algo picante en nariz, por vía retronasal se aprecian toques herbáceos (hierba fresca y heno) y de frutos (avellana cruda).
Textura: Muy cremoso, adherente y fundente
al paladar. Se desmenuza fácilmente y
es poco elástico.
Sabor: Ligeramente ácido y poco salado.
Tiene un paso largo en boca, suave al principio, que se va intensificando para acabar con un retrogusto exquisito. La evolución del queso continúa de 30 a 40 días después de
su maduración en cámaras y adquiere aromas
y sabores más intensos y complejos (conservado en frigorífico y con alta humedad). El sabor se va potenciando con el tiempo.